(Recreación de la antigua Tenochtitlan)
El pasado jueves 6 de abril el presidente de la televisión
pública española, José Antonio Sánchez, dictó una conferencia de
aproximadamente una hora en la sede de “Casa de América” en Madrid. Dicha
conferencia titulada “El compromiso de RTVE con América” se vio teñida de
polémica debido a diversas opiniones y citas de dudosa procedencia en las que
se afirmaba por ejemplo que “Lamentar la desaparición del imperio azteca es como
mostrar pesar por la derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial”. Según
José Antonio Sánchez, la cita pertenece a la historiadora australiana Inga
Clendinnen (fallecida en 2016), pero uno de sus amigos, Barry Car, así como el
historiador mexicano Enrique Flores Cano, desmintieron tales palabras afirmando,
ante la publicación “El País”, que Inga nunca haría juicios de ese tipo porque
dedicó su vida a entender las sociedades mesoamericanas.
Como era de esperar, las opiniones emitidas por José Antonio
Sánchez, en las que además se ensalza la figura de una España imperial
civilizadora y evangelizadora, pronto generaron diversas reacciones en ambos
lados del Atlántico hasta tal punto que diversos historiadores mexicanos dieron
sus puntos de vista desaprobando las desafortunadas declaraciones del
presidente de RTVE.
Considero que aún reina un profundo desconocimiento en
ciertos sectores sobre lo que fue el Imperio Azteca y sus complejas
imbricaciones en el ámbito político, religioso, artístico y social. En este
pequeño texto quisiera dar unos breves matices que nos permitan una mayor
comprensión y un diálogo sostenido con el llamado “pueblo del sol” para digerir
mejor ese tumor histórico aún por desentrañar: la conquista.
Para no extenderme mucho, me limitaré a exponer de forma
genérica mi opinión sobre los 3 puntos más polémicos que se generaron en dicha
conferencia, dejando claro que estas reflexiones simplemente desean aportar un
espectro más en la comprensión de ese sol que en algunos sitios aún late de
espaldas: el sol de la cultura azteca.
1)
La comparación
entre nazis y aztecas
Es lamentable esta terrible comparación, primero porque
responden a momentos en los que la línea
temporal plantea un “décalage” de casi 500 años, y segundo porque nada tiene
que ver el exterminio llevado a cabo por los nazis en base a terribles dogmas
de supremacía racial con la llamada “guerra florida” que prácticamente se
institucionalizó en el imperio azteca respondiendo a órdenes cosmogónicos.
Para los antiguos pueblos mesoamericanos existía el mito de
las edades o soles cosmogónicos. Según dicho mito, habían existido 4 edades
anteriores a la nuestra: la de la tierra, la del agua, la del aire y la del
fuego. Dichas edades habían concluido de manera catastrófica, para lo cual los
dioses decidieron sacrificarse a sí mismos y con su sangre crear la era actual,
la llamada era del quinto sol o del sol en movimiento (Nahui ollin). Si los dioses habían ofrecido su sangre para crear
nuestra era actual, los aztecas (que el nombre correcto es mexicas) creían que
la única forma de mantener con vida ese quinto sol, o al menos postergar su
cataclismo, era mediante la misma operación con la que se había originado: la
del sacrificio y el ofrecimiento de la sangre como alimento al universo. De
acuerdo al historiador mexicano Miguel León Portilla “Si cuando fueron
restaurados el sol y la luna en la quinta edad, pudieron moverse y dar
principio a sus ciclos gracias al sacrificio sangriento que de sí mismos habían
realizado los dioses, la misión de los seres humanos en la tierra era hacerles
compensación con la energía vital de que es portador el líquido precioso que es
la sangre” (15 poetas del mundo náhuatl).
Esta cosmovisión provocó el desarrollo de la llamada “guerra
florida” que consistía en conquistar territorios, dominar a los pueblos vecinos
y conseguir hombres para la realización de dichos sacrificios compensatorios. A
este respecto, Octavio Paz menciona que “La misma religión azteca nos ofrece
una desconcertante interpretación del sacrificio: los dioses no son
todopoderosos, puesto que necesitan de la sangre humana para asegurar el
mantenimiento del orden cósmico” (El arco
y la lira).
Con lo anteriormente expuesto, podemos hacernos una vaga
idea de la enorme diferencia entre unos y otros, entre nazis y aztecas:
mientras a los primeros les movía el
odio, el exterminio y la supremacía, a los segundos los movía el universo y la
continuidad del orden cósmico.
2)
La
España civilizadora
En sus Cartas de
relación Hernán Cortés muestra, entre miles de matices, su admiración por
la riqueza arquitectónica de las ciudades precolombinas con especial atención a
la antigua Tenochtitlan (actual ciudad de México) edificada sobre el lago de
Texcoco. La disposición de canales por donde realizaban el comercio a través de
pequeñas embarcaciones (chinampas) hasta la majestuosidad logística con que se
erigían los complejos arquitectónicos fascinaron sin duda alguna a los
conquistadores españoles.
Los pueblos nahuas tenían 3 tipos de escritura: la
pictográfica, la ideográfica y la fonética. En lo que respecta a sus creaciones
literarias se valían de los llamados libros pictoglíficos en los que figuraban
diversas pinturas que escondían en su pigmentación poemas. Los cantores y compositores
de poesía eran educados en escuelas (los calmecac)
en donde se les enseñaba a cantar las pinturas mediante tambores y otros
instrumentos como flautas. En dichas escuelas se formaban igualmente a
sacerdotes y guerreros. La poesía náhuatl cultivó diversos géneros como el
épico, el lírico y el religioso. Su máximo exponente fue Nezahualcóyotl, el rey
poeta, que en su reinado de 40 años edificó palacios, jardines botánicos,
calzadas, templos y zoológicos. De igual forma, Nezahualcóyotl adquirió la categoría
de tlamatini, el sabio de las cosas
divinas, el que medita sobre los enigmas de la vida.
Poseían de igual forma dos tipos de calendario: el
Xiuhpohualli de 365 días y el Tonalpohualli de 260 días, que regían sus ciclos
agrícolas. Las esculturas de sus
dioses y su piedra solar revelan el carácter misterioso, perturbador y
exquisito de sus expresiones espirituales y artísticas.
Con todo ello, parece que los conquistadores españoles más
allá de civilizar a los aztecas y demás pueblos mesoamericanos, se encontraron
con una civilización muy avanzada y rica en conocimientos y arte. En este
punto, cabe señalar la labor de algunos frailes etnógrafos como Fray Bernardino
de Sahagún o Andrés de Olmos, por citar a algunos, quienes recogieron y
preservaron diversas tradiciones milenarias que dan cuenta del avance cultural
y el peculiar acontecer del pueblo azteca.
3)
La
España evangelizadora
En el año 380 dc el emperador Teodosio declaró al cristianismo
como religión oficial del Imperio Romano. Desde esa fecha, su escalada en
Europa fue propagándose con periodos de luz y de oscuridad. Hay que tener en
cuenta que mientras que en Europa la figura de Cristo era universal, en América
era un perfecto desconocido. Durante aproximadamente 1500 años, los pueblos
prehispánicos ignoraban la existencia del cristianismo por razones más que
obvias y desarrollaron una religión politeísta que los mantenía en armonía con
la naturaleza y los ciclos astronómicos. Su dios principal, Quetzalcóatl, era
considerado un héroe cultural con raíces ancestrales del mito agrícola de la
fertilidad y que había otorgado al mundo su orden y equilibrio. Aunado a este
dios, las figuras de Coatlicue, Huitzilopochtli o Tláloc tenían igualmente un
peso relacionado directamente con el día a día.
La evangelización fue una forma no de revelación sino de
conquista espiritual. Dicha conquista se llevó a cabo por diversos medios como
el adoctrinamiento “forzado” por las órdenes franciscanas y dominicas y por el
llamado “Teatro de evangelización”. Pronto los españoles hicieron un trasvase
efectivo de los dioses aztecas a los cristianos, dando por resultado una suerte
de sincretismo.
La evangelización no respondió a órdenes de salvación y
compasión por los pueblos indígenas, que dicho sea de paso no necesitaban, sino
a un control furtivo de la Corona Imperial de Carlos V frente a su
colonialismo.
A manera de conclusión y reflexión final
El carácter bélico de los pueblos ha sido una constante
humana desde los inicios del Neolítico. Pocas sociedades como los inuit han sabido llevar una vida pacífica
y sin pretensiones de expansión territorial y dominación. Por desgracia, el
encuentro entre las civilizaciones indígena y española, se suma a este carácter
bélico que tuvo por resultado una confrontación de saqueo y, si no de total de
exterminio, sí de un sangriento y terrible sometimiento. Basta recordar a Pedro
de Alvarado y su matanza en la fiesta religiosa del Tóxcatl, basta recordar que a Cuauhtémoc le quemaron los pies para
sacarle información del oro escondido, basta recordar el episodio de la Noche
Triste con el llanto de Hernán Cortés.
Sin embargo, a pesar de las calamidades, considero que
debemos abrir nuestro espectro de reflexión e intentar comprender ambos lados
de la historia. Creo que en el intercambio de riquezas gastronómicas,
culturales, cosmológicas y demás matices
estamos nosotros. Quiero creer que entre tanta incomprensión y miedo de aquellos
días, al menos hubo momentos de serenidad, sensibilidad y reconocimiento. Esos
momentos, que quizá fueron anónimos y que puede que lleguemos a vislumbrar en
algunas obras de cronistas y frailes, son los que han sostenido nuestra
Historia.
En vez de tener visiones colonialistas, rencorosas, totalitarias
y descalificatorias, debemos ver en qué fase del espectro brillamos para poder
guardarnos en dos cualidades humanas que espero nos sigan avivando: la
fraternidad y el mutuo asombro.
Aprendamos de nuestros brillos y giremos para que el sol ya
no lata de espaldas.
***
Querido Óscar parece ser que los "civilizadores españoles" pasados los siglos tienen adeptos que necesitan ser informados. La ignorancia y la cerrazón de este caballero me ha hecho sentir vergüenza por la parte que me toca al ser española. Gracias por la luz que ponen tus palabras.
ResponderEliminarHola querida Blanca, estoy seguro que tanto en mis venas como en mi imaginario hay mucho de España, estamos hechos de muchos caminos y en la medida en que los pongamos en relación podremos tejer encuentros y no vacíos. Por desgracia el sometimiento a la cultura indígena aún prevalece en el mismo México, y eso es aún más delicado que cualquier opinión desde fuera. Un saludo grande y es obvio que no todo debe meterse en el mismo costal, je!
Eliminar