Vista general de las pinturas expuestas
Frente a nosotros laten 6 danzas detenidas, 6 visiones
coaguladas. Entre ellas se advierten correspondencias mágicas, diálogos de
consonancias, ritmos quiméricos.
Bajo el título de :Animal: el fuego, Jorge Coco
Serrano nos descubre una conciencia creadora que encuentra su embrión en el
arte parietal primitivo. Sus manos, al tocar paredes ciegas, las descifra, las
inventa. Dedos que emulan las ondulaciones del fuego y trastoca el tacto en
manada en estampida.
Concebida como “un cuerpo a cuerpo” en el que no existe
intermediación entre la obra y las manos que la fermentan, bien cabe
reformularnos esa pregunta que Coco Serrano nos vuelve a plantear: ¿Quién pinta
a quién?
Sus lienzos son alegorías del hombre y su espíritu
cavernoso, calor epidérmico que nos convida trasfondos, texturas,
hibridaciones, movimientos tejidos al fondo de la mirada donde las formas
desdicen sus límites y las reconvierten en paisajes en trance, en cueva de
tránsitos.
Fuego, agua, tierra, viento, empastes atmosféricos, arrugas
de luz, tejen esa transparencia que nos une con las ensoñaciones del
paleolítico: el asombro. El asombro ante el bisonte que huye y deja su pelaje
en las córneas, al asombro de tocar la oscura porosidad de las cavernas y
darles sensación de carne. Sus pinturas, como el fuego, crepitan, ondulan,
desprenden crujidos, mimetizan sus colores, llamean y nos convidan de su
abrasión. Del tachismo al art brut, del expresionismo a la
abstracción, estas pinturas son ventanas poéticas que homenajean al sistema
artístico que el hombre creó hace 30 mil años.
Para John Berger, “el arte surgió como un potro que se echa
andar nada más nacer. La necesidad del arte y el talento para crearlo llegan
juntos”. Atendiendo a estas palabras, el
fuego también nació un día de repente. Con su artificio, el fuego crea una
realidad más indiscutible que la de los rayos solares: la realidad de la
creación.
Es esa penumbra, ese lenguaje cifrado lo que hoy nos reúne y alumbra, para
volvernos testigos del combate entre los
poderes de la naturaleza y las fuerzas interiores que murmuran bajo la piel. Paredes cavernosas con las que Coco Serrano nos
convierte en cuevas por donde transitan animales y manos que nos pintan desde
dentro.
Brindemos por el animal y su fuego.
Una de las pinturas de la expo de Jorge "Coco" Serrano
Pd.- El texto son las palabras que pronuncié con motivo de la inauguración de la exposición que puede visitarse hasta el 30 de abril del 2017 en "La Positiva" (Calle Ave María 27, Lavapiés, Madrid)
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