Literatura Difusa es un proyecto propio que tiene que ver con la utilización de las redes sociales como espacio de escritura poética.
Este proyecto pretende cuestionar la noción de obra entendida como una unidad material que encierra un tiempo y un espacio definidos, para dar cabida a la fragmentación, espontaneidad, canales de difusión y soporte virtual, dentro de una sociedad regida por los vínculos tecnológicos.
De esta forma, mediante Twitter y Facebook, voy creando de manera
intermitente diversas imágenes y textos fragmentarios con el único
fin de diseminar un registro de voces breves que contrasten con lo cotidiano,
la divulgación, los hastags, las noticias y demás acontecimientos que día a día
se dan cita en estas redes sociales.
Hace un par de años, en una entrevista que me realizó el escritor
Conrado J. Arranz, me referí al lenguaje moderno y a su vinculación con los
hechos cotidianos en estos términos:
“Las redes sociales y la tecnología han convertido nuestra vida en un
hipertexto colectivo. Las voces se entremezclan y dan por resultado una especie
de multi-autobiografía mutilada. Este palimpsesto
está marcado por la fugacidad, la concisión, la divulgación y la evidencia de
lo íntimo. La hiperactividad de nuestras sociedades nos orillan a decir y a señalar, cuando en realidad debiéramos nombrar y descubrir. Esta
es la ambivalencia que el lenguaje moderno y los hechos cotidianos nos están
heredando.”
Lo único que pretendo entonces es crear pausas del lenguaje en medio de
una cascada de información, y la irrupción inmediata e imprevista de alguna
seña poética. Por su puesto que no soy el único ni el primero en hacer este
tipo de intervenciones, simplemente intento ponerle una raíz crítica a mi caso.
En ocasiones, en lo que a la creación literaria se refiere, la crítica a
las redes sociales suele ser más negativa que positiva; sin embargo, creo que
las cualidades que tiene el soporte de las redes sociales en comparación al
papel impreso ganan en dos aspectos:
1) La simultaneidad que existe entre el tiempo de escritura y su
difusión es casi inmediata, es decir, que no hay un proceso –edición,
impresión, distribución- que alargue la aparición del texto a los ojos de los
lectores. Este hecho, sin duda alguna, le ha venido bien a la poesía para no
quedarse rezagada en el ritmo veloz de impactos visuales y sobreinformación que
impera en nuestro día a día. Se me podrá argüir que en materia de los blogs
pasa lo mismo, pero las redes sociales, a diferencia de estos, poseen el tema
de la viralización, de ahí que la
mayoría optemos por compartir nuestras entradas del blog en Facebook y Twitter.
2) El acceso al panorama poético contemporáneo ya no recae en su
totalidad en la difusión de medios de comunicación o de ciertos sectores
editoriales, sino que depende también del uso particular que el propio
“creador” le dé a sus publicaciones. De pronto el poeta, a través del acto de
su escritura, se convierte en su propio canal de difusión, complementando así
los otros canales alternos.
(Para indagar más en el campo de Literatura y Redes Sociales recomiendo
este interesante artículo de Vicente Luis Mora que puede leerse pulsando aquí.)
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